3 de septiembre de 2017

Florescencia mortuoria

     Música recomendada en la que me he inspirado para ambientar el relato: https://www.youtube.com/watch?v=KSM0lLbVYOo 

     De Sol en Sol he portado la pesada carga, con el estómago encogido por el hambre y la garganta espinosa por la sed. A tientas prosigo empujando la contundente caja de madera. Escucho a lo lejos el mar, debe quedar poco.

     El paraje se halla desierto. Apenas distingo figuras en las sombras con el astro disipado tras la bereda y la Luna muerta. Las estrellas, que persiguen la noche, guiarán mi camino.

     Mi cuerpo está completamente exhausto, pero mi amor gana la batalla contra la fortaleza de tronco e insisto en cargar mártir, con la cara demacrada, el féretro que con tanta dulzura un día llené. Y continuo subiendo la gloriosa sierra hasta cumplir su último deseo: depositarla en la ermita que emerge tras los páramos. Dichoso el malaventurado que escapa de los colmillos de los chacales y de los horrores que la noche alberga.

     En vida andubimos juntas estos viejos caminos, antaño transitados por bestias de carga. Ahora, entre la penumbra, compruebo cómo los perfilados esqueletos yacen tumbados a ambos lados del sendero, observándome con esas cuencas vacías, en otros días vivas por el fulgor de finalizar el trabajo.

     Y con esperanza rezo en bajos murmullos para no correr el mismo destino. Que la soberana de la paz y el desierto se apiade de mi alma; que me tome en sus brazos con premura si esa es su sentencia, mas debo cumplir mi juramento. Intento tragar saliva, y prosigo con la marcha, con la muerte en el costado.

     Tras largas horas de camino, y ya con los pies destrozados, alzo la apesadumbrada mirada y contemplo la humildad y la fe transfiguradas en un templo. Al fin. Una ráfaga de viento abre las puertas del lugar y la repentina lluvia brota del cielo en la desolada estepa. Consigo arrastrar la caja de madera unos metros más, quedando bajo palio entre estas cuatro paredes.

     Me libero de la pesada carga y caigo rendida a los pies de la ermita. Y con desesperación y agonía miro profundamente a Santa Rita, patrona de los desesperados, para que me guíe de regreso a casa. A San Judas, patrón de las causas imposibles, para que devuelva a mi espíritu su preciada cordura. Pero sé que muero. Y saciada de rabia atravieso con los ojos a Santa Lucía, patrona de los ciegos, para que lidere mi camino hacia la luz.

     Abandono este mundo terrenal para unirme a aquella a la que con tanto cariño y dedicación traje. El amor dejó de ser mi morfina, y en mi último suspiro siento cómo mi pecho estalla en cientos de mariposas de marfil que surcan el cielo escarlata teñido por el amanecer.

     Entonces de la tumba sale ella, que en una sotana blanca con pureza me contempla. Se acerca a la integridad de mi cuerpo yaciente y me coloca una moneda en cada ojo para tener suerte en el siguiente destino. Y junto a ella me entierra, pereciendo unidas. Tras retornarme el favor, ella también se desgaja en lepidópteros. Nuestras almas se han reunido tras el infierno.

     El alba acontece y sobre nuestras lápidas florece la muerte. Y en la superficie bajo la que se esconden nuestros cuerpos se halla toda la flora del paisaje concurrida.

     Finalmente, una vez háyase hecho el amor, se revolotea en torno a los estambres cargados de polen y se transporta nuestro legado más allá de la linea del horizonte y de donde nace y muere el Sol.


     Este breve relato está inspirado en el vídeo de la canción "3WW" de Alt - J, que a su vez es posible que trate de ambientar, según he leído, la historia de "Pedro Páramo", escrita por Juan Rulfo, a pesar de relatar historias bien diferentes.

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